Se encuentra muy cerca de lo que se conoce como la zona roja, conjunto de calles del casco viejo de Quito en las que se ejerce la prostitución y donde deambulan rateros y maleantes. Limpio, de esos que tienen la puerta de la habitación que da a la calle como en las películas, agradable y justo a mitad de precio aunque posible refugio de gente de todo tipo. Dejarse el presupuesto en menos de lo pensado más que probable.